Seguramente, todos hemos pasado por alguna situación en la que hemos aceptado una información falsa porque era lo que queríamos oír. Vamos a reflexionar sobre el mecanismo de selección (emocional) e indagar en cuál fue la ganancia y cuál el coste. Paula estaba saliendo con un chico. Lo encontró por una app típica para conocer a gente, “Adopta un tío”. Ningún otro le llamó la atención, cuando vio su foto y habló 4 frases con él, notó que había feeling, así que decidió, sin pensarlo mucho, quitarse la app (“adoptarlo”). Tuvieron buenas citas. El chico le dijo que le interesaba para algo más que sexo. A Paula, le gustó oír eso porque hacía tiempo que no tenía la ilusión de conocer a alguien. Volvió a sentir las mariposillas en el estómago. No obstante, a pesar de sus bonitas palabras, decía estar siempre ocupado, pues le encantaba jugar al básquet y le gustaba pasar el tiempo con sus amigos de toda la vida. Paula era comprensiva, aceptó su afición y su necesidad para estar con otras p