Hoy, 25 de noviembre, España se une al mundo para conmemorar el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una fecha que no es solo simbólica, sino profundamente política y social. Este día nos recuerda que la violencia de género no es un problema aislado, sino una estructura que atraviesa nuestra sociedad, afectando a mujeres de todas las edades, clases y territorios.
En lo que va de 2025, 38 mujeres han sido asesinadas por violencia machista en España, y desde que existen registros oficiales (2003), la cifra supera las 1.300 víctimas mortales. A esto se suman otras formas de violencia menos visibles: psicológica, económica, sexual y, cada vez más, violencia digital, que busca silenciar voces en espacios públicos y redes sociales.
Violencia de género y patriarcado
La teoría del patriarcado, desarrollada por autoras como Sylvia Walby, explica cómo las relaciones sociales se organizan en torno a la dominación masculina. La violencia contra las mujeres no es un hecho aislado, sino un mecanismo de control que asegura la continuidad de este sistema. En España, los datos son alarmantes: más de 1.300 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003, y en 2025 la cifra ya supera las 38 víctimas mortales.
Lamentablemente hay que recordar el brutal asesinato de las hermanas Mirabal en 1960, activistas dominicanas que se enfrentaron a la dictadura de Rafael Trujillo. Su historia nos recuerda que la violencia contra las mujeres es también una herramienta de control político y social, y que la resistencia femenina ha sido clave para conquistar derechos.
Violencia estructural y normalización
Siguiendo a Johan Galtung, la violencia no se limita a la agresión física; existe una violencia estructural que se manifiesta en la falta de recursos, la desigualdad económica y la ausencia de protección efectiva. Esta violencia se invisibiliza porque está integrada en las instituciones y en la cultura, lo que dificulta su erradicación.
Desde una perspectiva sociológica, la violencia de género no es un hecho individual, sino un fenómeno estructural que se sostiene en normas culturales, desigualdades económicas y discursos que perpetúan la subordinación femenina. Las cifras son claras: más del 40% de las mujeres en España ha sufrido acoso sexual a lo largo de su vida, y un 11% violencia física por parte de una pareja o expareja. Estos datos revelan que la violencia no es una excepción, sino una experiencia común para millones de mujeres.
Interseccionalidad y vulnerabilidad
La perspectiva de interseccionalidad, propuesta por Kimberlé Crenshaw, nos permite comprender que no todas las mujeres experimentan la violencia de la misma manera. Factores como clase social, origen étnico, orientación sexual o situación migratoria generan capas adicionales de vulnerabilidad. Por ejemplo, las mujeres migrantes en España enfrentan mayores barreras para acceder a recursos y protección.
Retos y resistencias
El movimiento feminista ha logrado avances significativos, como la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género (2004) y la Ley de Garantía Integral de la Libertad Sexual (2022). Sin embargo, persisten discursos negacionistas y retrocesos que ponen en riesgo estos logros. La lucha contra la violencia de género exige políticas públicas efectivas, educación en igualdad y un cambio cultural profundo.
Hoy, diversas manifestaciones recorren las calles de España, exigiendo políticas efectivas, educación en igualdad y recursos reales para las víctimas. Sin embargo, el movimiento feminista también enfrenta retos internos y externos: discursos negacionistas, retrocesos en la percepción social del problema y divisiones sobre temas como la ley trans o la prostitución. Todo ello evidencia que la lucha contra la violencia de género es compleja, pero imprescindible.
Hoy no es solo un día para recordar cifras, sino para reafirmar nuestro compromiso colectivo. Cada paso que damos hacia una sociedad libre de violencia es fruto de la valentía de quienes alzan la voz, de quienes acompañan y de quienes educan para transformar.
Que este 25N nos inspire a romper el silencio, cuestionar lo normalizado y actuar desde cada espacio que habitamos. Porque la violencia contra las mujeres no es inevitable: es una construcción social, y como tal, podemos desmontarla.
Por las que fueron, por las que estamos y por las que vendrán:
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