En la sociedad, existe un individualismo que se define como soledad acompañada, estamos rodeados de gente pero, no queremos intimar con nadie y nadie lo hace con nosotros. Las malas experiencias en las relaciones, de forma frecuente, nos hacen desconfiar de los demás.
No obstante, una de las actividades que aporta significado a la vida es pasar tiempo con personas significativas ( amigos) y ver que, a pesar que exista tal realidad ( imposibilidad o dificultades a la hora de conectar con las personas que tenemos contacto directo y tratamos en nuestro día a día), la sociedad no está del todo “podrida” y aún existe gente maravillosa con la que merece la pena confiar e intimar ( gente compatible con nosotros que busca compartir/conectar de manera profunda, real y emocional).
El ser humano es social y necesita tener relaciones significativas. Para ser feliz, nuestro cerebro no solo necesita placer (comer algo rico, ver una película, una afición, etc); necesita sentirse cuidado y protegido.
Hay personas que se sienten solas y se retiran del mundo social. Esta retirada social es, emocionalmente, muy costosa y tiene un doble sentido: las personas que se sienten solas se retiran de la sociedad y la sociedad se retira de ellos.
El aislamiento social es perjudicial para la salud. Se ha demostrado que las personas que viven aisladas tienen un riesgo de mortalidad de 2 a 4 veces mayor que aquellas que tienen un contacto social frecuente (amigos, familiares o su comunidad).
Sólo el hecho de estar casado reduce significativamente la mortalidad respecto a los solteros, divorciados o viudos.
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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