La sociedad paliativa: El dolor como resistencia
Byung-Chul Han es el autor de un libro cuya teoría nos confronta con una idea incómoda pero poderosa: el dolor no solo es inevitable, sino necesario, en este ensayo publicado en el 2020, reflexiona sobre cómo la sociedad contemporánea ha desarrollado una fobia al dolor —lo que él llama algofobia— y cómo esto afecta profundamente nuestra forma de vivir, pensar y relacionarnos. El libro de 96 páginas, es algo denso para quienes no acostumbran a leer contenidos filosófico, sociológicos o de índole político. El autor dialoga con pensadores como Kafka, Heidegger, Lévinas y Hegel, y también reflexiona sobre la pandemia, el neoliberalismo y el futuro político. En una época marcada por la obsesión con el bienestar, la positividad y la comodidad, Han denuncia que hemos convertido el sufrimiento en un enemigo absoluto, algo que debe ser eliminado a toda costa. Pero al hacerlo, nos despojamos de una dimensión esencial de lo humano.
La paradoja del alivio
La sociedad paliativa busca eliminar el dolor, pero en ese proceso también elimina la profundidad, la autenticidad y la capacidad de transformación. El dolor, según Han, no es solo una experiencia física o emocional, sino también una fuerza política y existencial. Nos moviliza, nos conecta con otros, nos obliga a pensar y a actuar. Sin dolor, no hay revolución, no hay arte, no hay historia. Sostiene que el dolor es esencial para la experiencia humana auténtica. No debe ser erradicado, sino comprendido y aceptado. El dolor tiene valor: impulsa la revolución, el cambio, la creatividad y la historia. Sin embargo, la sociedad actual lo interpreta como debilidad y busca eliminarlo a toda costa.
La anestesia digital
Han critica cómo las redes sociales y la cultura del “like” funcionan como analgésicos emocionales. Nos distraen del vacío existencial, nos ofrecen gratificación instantánea, pero nos alejan de la reflexión profunda. Esta anestesia digital contribuye a una sociedad que prefiere la evasión al enfrentamiento, la comodidad al conflicto, la superficie a la raíz. Es decir, que vivimos en una sociedad que busca anestesiarse constantemente: desde los medicamentos hasta las redes sociales, todo se orienta a evitar el sufrimiento. Los “likes” se convierten en analgésicos emocionales. Esta actitud genera una cultura de la positividad superficial, donde se evita cualquier confrontación o negatividad.
Política sin dolor
Han introduce el concepto de democracia paliativa, una forma de política que evita el conflicto y el dolor, lo que impide transformaciones profundas. En lugar de debatir y confrontar ideas, se cede para evitar el sufrimiento, lo que lleva a una posdemocracia sin visión ni reforma.
La idea de una democracia paliativa es especialmente provocadora. El autor sugiere que los sistemas políticos actuales evitan el conflicto real, lo que lleva a una posdemocracia sin pasión ni transformación. En lugar de confrontar las injusticias, se busca gestionar el malestar como si fuera un síntoma clínico, no una señal de que algo debe cambiar.
Consecuencias sociales
Algunas criticas
Aunque su diagnóstico es agudo, algunos críticos señalan que Han tiende a generalizar y a idealizar el dolor como si fuera siempre productivo. No todo sufrimiento lleva a la verdad o al cambio; también puede ser paralizante, destructivo o injusto. Además, su estilo aforístico y filosófico puede parecer abstracto, sin ofrecer soluciones concretas.
Y en clave reflexiva la denominada sociedad paliativa es una llamada de atención:
¿qué estamos perdiendo al evitar el dolor? Este autor nos invita a repensar nuestra relación con el sufrimiento, no para glorificarlo, sino para reintegrarlo como parte legítima de la vida humana, social y política. En tiempos de anestesia emocional y política superficial, su propuesta es radical: volver a sentir, volver a pensar, volver a doler.
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