El deseo de mantener elevada la autoestima es de enorme importancia, dado que la baja autoestima señaliza riesgo para nuestra integridad física (aislamiento voluntario, abandono de la vida pública).
La autoestima puede señalizar como va nuestra vida. Si la tenemos baja, puede ser indicador que algo no va bien y que tenemos que cambiar cosas. Si uno no es feliz, hay necesidades no cubiertas que es necesario que sean abordadas.
A nivel emocional, lo malo es más fuerte que lo bueno. Debido a que lo primero es sobrevivir y, por tanto, evitar peligros, tenemos un sesgo negativo. Es necesario determinar si uno está pasando por una mala situación (momento concreto) o está mal en general, en la mayoría de aspectos de su vida (siempre o de forma frecuente, la persona está triste, frustrada, amargada).
Hay situaciones concretas que pueden hacer que una persona esté infeliz. La falta de empleo, por ejemplo. Este predice la satisfacción con la vida (autoestima, dignidad, inclusión social, relaciones, salud). La gente con desempleo no disfruta tanto de actividades placenteras y de ocio como la gente con empleo.
Así, no es de extrañar que la gente que está en una situación de desempleo sienta más frustración (dicha frustración viene derivada de YO ideal/Yo real: Yo exitoso con trabajo/ Yo fracasado sin él).
No obstante, la felicidad no viene determinada solo por el trabajo o la falta de este. Las personas desempleadas no se deben dejar arrastrar por el pesimismo de estar sin trabajo y valorar otros aspectos presentes en su vida.
Una persona no puede depender de algo (o de alguien) para ser feliz. Estamos vivos y mientras lo estemos podemos elegir, trabajando, qué vida queremos vivir. Hemos de agradecer el placer y felicidad en todas las pequeñas actividades y momentos diarios que nos ofrece la vida (la ducha fría en verano, mi café de la mañana, poner música y bailar en el salón de nuestra casa, etc).
Debemos elegir “ser felices” y rodearnos de aquellas personas que nos permitan serlo. En ciertos momentos de negatividad como la falta de empleo, es necesario rodearse de personas de confianza y positivas (amigos y familiares) que ayuden a uno a compartir sus neuras y sentirse mejor; sin sentirse juzgado.
El valor de una persona y su felicidad no deben depender de tener o no trabajo; sino de su implicación a la hora de querer cambiar las cosas (locus control interno).
Elisabet Aguiló
Psicóloga
Coach especialista en nutrición y salud
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