Por Natalia Mosquera García (Colombia)
“Cada vez más perturbada con todas las desigualdades que observo y
vivo, camino buscando más razones para sentirme lo que soy, y enorgullecerme de
ello, caminar con la frente en alto, siendo negra, siendo mujer. Pero nunca
falta la persona que se incomoda, que se perturba, no por las desigualdades,
sino por las igualdades”
Yesica Cuento (2015). ¿La racista soy yo?
Y hasta saltan con la bandera de “auto-racismo”, un concepto que
a duras penas entiendo, y se supone ser una especie de auto exclusión de los
negros, es decir no hay racismo ahí afuera, es pura imaginación, y los
verdaderamente racistas, somos nosotros, al defender y promover nuestras
raíces, nuestra negritud.
En los tiempos de lo
políticamente correcto, parece que hablar de racismo y de machismo, fuese en
pecado, hablamos de la superación de la pobreza, de las injusticias del capital
y la globalización, de las culturas milenarias y de vestigios arqueológicos,
todo muy relevante y seguro con muy buenas intenciones. Pero…, y aquel rincón,
donde los llamados negros, indígenas, mujeres, niños, etc., nos hemos escondido
por siglos, ese lugarcito, donde hemos guardado miedo y vergüenza, donde
guardamos, nuestras voces, nuestros sueños, nuestras historias, donde quedo la
memoria.
Hablo desde el sentimiento
de la mujer negra. También tengo mi rinconcito, a veces pesa, a veces duele, a
veces me llena de orgullo. No es fácil hablar de racismo y de machismo y partir
de la experiencia propia, para darle sentido a estas prácticas que condenan
nuestros cuerpos y mentes. Pero definitivamente, es necesario, para transformar
esa condena, en fuerza liberadora, así como, tejer las hebras de las distintas
formas de dominación/exclusión/expropiación, que pasan por todas las escalas de
la vida social, económica, política y cultural.
Comparto con María Lugones,
la idea de la histórica indiferencia, hacia “las violencias que
sistemáticamente se infringen sobre las mujeres de color” (Lugones, 2004, p.
57), indiferencia que se nutre de las relaciones cotidianas y de las
experiencias subjetivas, así como de la dominación racista y patriarcal, que
tiene lugar en el contexto del Estado-nación y del capitalismo global. Sin
embargo, lo interesante de esta postura, es analizar el movimiento de estas
prácticas en diversas escalas, a partir de la configuración del racismo y del
machismo como relaciones sociales, enraizadas en el conjunto de las estructuras
e instituciones sociales.
Parto de la idea, que la
politización de las mujeres de color, negras, afro descendientes, pone en vilo
la separación categorial entre género, raza, clase y sexualidad. Ya que el
surgimiento de la sujeta política negra, revela la indiferencia histórica
anteriormente planteada, así como el entrecruzamiento de distintas formas de
dominación/opresión ligadas a estas categorías, que de ser analizadas de forma
separada, no permiten la comprensión del lugar de la mujer negra, en el
entramado de las relaciones de poder.
Hablar y escribir, desde
aquí, implica asumir un postura ético/política, que entrelaza un compromiso con
distintas luchas y momentos históricos. Una lucha que implica el reconocimiento
de estas formas de dominación/opresión sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas,
sobre nuestro ser y nuestra existencia. Implica un análisis real y serio,
teórico/práctico y de método. Hombre/mujer, blanco/negro, construcciones
categoriales, binarias y jerárquicas, que invisibilizan y homogenizan las
diferencias latentes que coexisten al interior de las categorías.
FELIZ DIA DE LA MUJER
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